Ejemplos de la evolución
LOS PINGÜINOS SE VOLVIERON AVES NO VOLADORAS
Los antepasados de los pingüinos podían volar, pero perdieron esa capacidad rápidamente tras la extinción de los grandes dinosaurios. El pingüino más antiguo que se conoce, cuyos fósiles datan de hace unos 60 millones de años, ya era un nadador de alas cortas que no volaba. Los pingüinos modernos conservan rasgos característicos de sus parientes voladores, como los huesos de las alas; un esternón de quilla prominente para insertar los músculos de las alas; y por supuesto, las plumas. Mas la pérdida del vuelo les permitió adaptarse al ambiente, porque contribuyó a que se hicieran más grandes.
LOS DELFINES TENÍAN PATAS PARA CAMINAR EN LA TIERRA
Hace 95 millones de años, Mesonix, el antepasado de los delfines actuales, apareció en la Tierra. Era un animal terrestre que entró en el agua para alimentarse, tenía extremidades delanteras y traseras con huesos para soportar su peso. Durante los próximos 30 millones años Mesonix comenzó a adaptarse más a la vida en el agua, comenzando el proceso de evolución del delfín. Tal vez las condiciones cambiantes del clima en la tierra solicitaron dicho ajuste en su estilo de vida. Las patas delanteras se convirtieron en aletas pectorales, (La estructura de los huesos de las aletas pectorales de los delfines de hoy es un resto de su vida en la tierra.) y las patas traseras comenzaron a desaparecer. (Hoy en día, el delfín tiene vestigios de las patas traseras en forma de huesos en la pelvis, tal vez los restos de las patas traseras utilizadas para la vida de la tierra, antes de la evolución del delfín).
LAS SERPIENTES PERDIERON SUS PATAS
LAS SERPIENTES PERDIERON SUS PATAS
Muchas evidencias demuestran que las serpientes solían tener extremidades, aunque los investigadores siguen debatiendo si las serpientes modernas evolucionaron a partir de un antepasado patudo que vivió en tierra o en el mar.
Un artículo de 2015, publicado en Science Advances, presentó un argumento a favor de los animales terrestres que excavan madrigueras. Apoyados en tomografías computarizadas muy detalladas, los investigadores compararon modelos virtuales 3-D del oído interno de serpientes y lagartos acuáticos, de superficie, y excavadores con el de sus parientes fosilizados.
El equipo encontró que los animales fósiles tenían estructuras especializadas parecidas a las que utilizan los excavadores modernos para percibir las vibraciones de suelo de baja frecuencia que producen los depredadores y sus presas. Esa evidencia sugiere que las serpientes descienden de un antepasado excavador, y que sus patas involucionaron para arrastrarse por el suelo.
LOS SERES HUMANOS TAMBIÉN HEMOS EVOLUCIONADO
La evolución humana u hominización es el nombre que recibe el proceso gradual e histórico de cambio biológico de los ancestros más primitivos (Australopitecus sp.) del ser humano hasta la aparición de nuestra especie tal y como hoy la conocemos (Homo sapiens).
Este proceso tuvo inicio hace 5 a 7 millones de años en el continente africano, con el surgimiento del ancestro común entre el ser humano (las especies del linaje hominino) y los chimpancés (Pan troglodytes).
Estrictamente hablando, cuando se habla de seres humanos nos referimos exclusivamente a los Homo sapiens, aunque no seamos los únicos integrantes del género Homo. Antes de nosotros (y algunas durante nuestra prehistoria) existieron numerosas especies que hoy se encuentran extintas pero que presentaban numerosas similitudes físicas, biológicas y comportamentales.
La evolución humana tuvo su punto inicial cuando una población de primates del noroeste de África se dividió en dos linajes que evolucionaron de modo independiente: uno de ellos permaneció en los árboles, mientras el otro migró a la llanura.
Debido a presiones ambientales, las generaciones siguientes de este último linaje aprendió a erguirse sobre sus patas anteriores, liberando así las posteriores que vendrían a ser luego manos, capaces de sostener herramientas.
El estudio de este proceso se dio gracias a la arqueología, paleontología, geología y otras ciencias semejantes, pero sobre todo gracias al surgimiento de los estudios de Charles Darwin y de la Teoría del origen de las especies, que vino a suplantar al creacionismo o a la generación espontánea como la mayor explicación humana respecto a sus orígenes.
Este proceso tuvo inicio hace 5 a 7 millones de años en el continente africano, con el surgimiento del ancestro común entre el ser humano (las especies del linaje hominino) y los chimpancés (Pan troglodytes).
Estrictamente hablando, cuando se habla de seres humanos nos referimos exclusivamente a los Homo sapiens, aunque no seamos los únicos integrantes del género Homo. Antes de nosotros (y algunas durante nuestra prehistoria) existieron numerosas especies que hoy se encuentran extintas pero que presentaban numerosas similitudes físicas, biológicas y comportamentales.
La evolución humana tuvo su punto inicial cuando una población de primates del noroeste de África se dividió en dos linajes que evolucionaron de modo independiente: uno de ellos permaneció en los árboles, mientras el otro migró a la llanura.
Debido a presiones ambientales, las generaciones siguientes de este último linaje aprendió a erguirse sobre sus patas anteriores, liberando así las posteriores que vendrían a ser luego manos, capaces de sostener herramientas.
El estudio de este proceso se dio gracias a la arqueología, paleontología, geología y otras ciencias semejantes, pero sobre todo gracias al surgimiento de los estudios de Charles Darwin y de la Teoría del origen de las especies, que vino a suplantar al creacionismo o a la generación espontánea como la mayor explicación humana respecto a sus orígenes.
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